martes, 3 de febrero de 2015

Cuán gritan estos malditos





Solamente tengo que analizar actividades en medios y actitudes en personas, para reafirmarme en mi creencia de que resulta cada vez más fácil difamar, mentir, manipular una noticia y teledirigir hacia una opinión.
Se difama cuando  se comunica a una o más personas con ánimo de dañar, una acusación que se hace a otra persona física o moral de un hecho, determinado o indeterminado, que pueda causar o cause a ésta un menoscabo en su honor, dignidad o reputación.
Una mentira es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, de forma que se oculte la realidad en forma parcial o total.  
"Manipular: Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros en la política, en el mercado, en la información, con distorsión de la verdad o la justicia y al servicio de intereses particulares."(Del Diccionario de la Real Academia Española).
Unas veces todas se hace sabiendo que es mentira sin importar que ocurrirá después, que lo dicho en su discurso no puede cumplirse. No sé qué político dijo “en los mítines de campaña se dice y promete todo aquello que se sabe que no se va a cumplir”, muy usual de aquellos que quieren desbancar a sus oponentes a cualquier precio.
Otras veces se manipula la noticia embadurnándola para disfrazarla y conseguir el objetivo. No importa lo que ocurra, no se evalúa el daño que se pueda infringir a una cosa, institución o persona.
Pero aquello que más me asombra es oír las equivocaciones, las mentiras malintencionadas, las medias verdades etc. etc. etc. de personajes y personajillos muy bien pagados, que están siempre en posesión de la verdad por lo que chillan, no hablando tranquilamente, no manteniendo una conversación, gritando al aire mientras otros les interpelan con lo contrario más alto si cabe.
Todo sucede difamaciones, mentiras, manipulaciones, medias verdades etc. etc. etc. en medios de gran difusión, llegando al casto oído del ciudadano, creándole una falsa opinión, más bien una distorsionada opinión.
Para que esto suceda, se tiene que disponer de un medio potente, bien sea escrito o televisado, donde situar los peones que realizarán el trabajo sucio.
Cuando se demuestra la mentira deliberada, la difamación, la manipulación de la opinión, el tiempo ha enfriado el tema, y normalmente las penas por ello suelen ser bajas. Qué fácil es cumplirlas monetariamente, o publicando en un rincón de cualquier hoja y con una superficie minúscula.
Por todo ello, yo, que tengo sintonizadas en mi aparato de radio ocho emisoras de noticias de todas las tendencias (líneas de redacción), una deportiva y cuatro musicales, termino escuchando noticias deportivas o música de rock.